En lo alto de un cerro de la colonia Obispado de la ciudad de Monterrey se localiza una casa de un ecléctico estilo inglés cuya construcción data de los años veinte del siglo pasado. La edificación, una de las primeras en esa zona que en aquel entonces era parte de los suburbios de una ciudad cuya un población no excedía los habitantes, fue la casa habitación familiar de don Eugenio Garza Sada, uno de los empresarios más prominentes de norte de México, un filántropo destacado y un hombre muy querido en su comunidad.
Como un homenaje a la memoria de quien fuera, entre sus múltiples actividades y compromisos, director de la Cervecería Cuauhtémoc y fundador del Tecnológico de Monterrey, pero también con el propósito de continuar impulsando su fructífera obra, dicha casa, conocida coloquialmente como La Casona, albergará próximamente en sus espacios al Centro de Estudios Eugenio Garza Sada, CEGS.
En este mes de septiembre en el que se conmemora el 40 aniversario luctuoso de don Eugenio Garza Sada nos permitimos transcribir la siguiente información que nos comparte el CEGS para dar a conocer entre nuestra comunidad el espíritu que anima a la formación de este centro: “La vida y obra de Eugenio Garza Sada se fincaron en su compromiso con el desarrollo económico y humano de la comunidad; en su creencia en el valor de la solidaridad. Su actuación se caracterizó por el apego a valores como la honradez, la congruencia, la sencillez, el trabajo y el respeto a sus semejantes. Don Eugenio encarnó la noción de que la virtud se manifiesta en las obras, y que lo esencial de un hombre se revela más en sus hechos que en sus palabras.
Su labor como empresario marcó una época en el progreso de Nuevo León, que se extendió a otras partes del país y sus frutos siguen vigentes. Sus ideas sobre el papel de la empresa en el bienestar de los trabajadores se plasmaron en instituciones ejemplares, que antecedieron a las gubernamentales, y que se tradujeron en un nivel de vida singularmente alto.
Don Eugenio contribuyó al dinamismo de la inversión que ha distinguido durante décadas a Monterrey. Pero sin duda su aportación distintiva fue su impulso a la creación de capital humano. En este aspecto, los logros han excedido las expectativas más ambiciosas. Fue un maestro infatigable que se desempeñó en las aulas no convencionales de la vida diaria. Predicó con el ejemplo el valor del ahorro, la franqueza, de la integridad, de la lealtad, de la independencia. Con sus enseñanzas, ayudó a forjar el peculiar carácter del regiomontano. Nos dejó un legado inmenso, que significa para nosotros camino a seguir, tarea por cumplir.
Esa herencia da origen al Centro Eugenio Garza Sada”.
*Artículo publicado en el ejemplar #43, septiembre 2013