El tipo puede cambiar de todo. Puede cambiar decara, de casa, documento, de trabajo,de vida, de amigos, de familia. Perohay una cosa que el tipo no puede cambiar... No puede cambiar de pasión. Sandoval en El secreto de sus ojos.
¿Qué esconde y que devela la mirada? ¿Qué preguntan y qué delatan los ojos que miran fijamente? Sobre estas reflexiones construye Eduardo Sacheri su novela La pregunta de sus ojos (2005), donde el protagonista, Benjamín Chaparro, trata de reconstruir de manera literaria un capítulo amargo de su pasado como agente judicial en la Argentina de los años 70, capítulo en el que se entretejen el terror político, el crimen pasional yla irrenunciable búsqueda de justica. Treinta años después ya jubilado, Chaparro reconstruye los hechos, desempolva expedientes, sacude sus fantasmas y, finalmente, se reconcilia con su propia pasión para poder responder a la pregunta de los ojos que lo han amado en silencio.
Este complejo y a su manera heroico personaje literario cobrará dimensión cinematográfica y cambiará de apellido, pero no de esencia, en la película argentina El secreto de sus ojos (Dir. Juan José Campanella, 2009). Ahora se llamará Benjamín Espósito (la baja estatura -chaparro-, fue sustituida por otra forma de pequeñez –expósito-, palabra que remite al desamparo) y será encarnado por el espléndido y carismático actor argentino Ricardo Darín.
Pero antes de emprender el viaje que va de la literatura al cine conviene tener presente una obviedad: que cada uno tiene un lenguaje particular. Cuando leemos una novela la relación con el texto es inmediata e íntima, el autor parece hablar a su lector casi al oído, el tiempo es flexible y nuestra imaginación se encarga de ensamblarlo todo. El cine, en cambio, es ya una interpretación artística de la historia, hay un ojo que media y que define; la visión particular del director se ha encargado de ensamblar y conjuntar los diversos lenguajes –fotografía, edición, vestuario, actuaciones, etc.- Por tanto, tal vez no debamos decir que una novela es llevada al cine, sino que es “traducida” al cine, y en este proceso de traducción, que es también un proceso de síntesis, la historia misma suele sufrir algunas transformaciones.
Así, en el caso de la novela de Eduardo Sacheri, que él mismo, en compañía del director Juan José Campanella, convirtió en guión cinematográfico, no sólo se transformó la “pregunta” en “secreto”, al definir el título, sino que se apuntalaron los temas relevantes al modificar algunos episodios, como por ejemplo: el destino final del asesino, la muerte heróica del único amigo del protagonista y el detalle de la máquina de escribir Regmington a la que le falta la letra “a” para convertir un “ TE MO” en un “TE AMO”.
En este sentido, uno de los cambios particularmente significativos es la presencia del futbol. Si en la novela la captura del asesino y violador Isidoro Gómez se da de manera fortuita al evadir el pago del boleto de tren, en el filme su captura se convierte en una de las escenas culminantes de la cinematografía latinoamericana, no sólo por la extraordinaria secuencia que va del plano aéreo del estadio de futbol al paneo entre las tribunas, sino porque permite poner el énfasis en el sentido irrenunciable de las pasiones: Gómez no puede renunciar a ser un fanático del Rácing, como no pudo renunciar a su amor adolescente por Liliana, su ahora víctima. De igual manera, a Morales, esposo de la joven asesinada, le resulta imposible renunciar a su sentido de justicia y hará de la persecución y condena del criminal el motivo de su vida; mientras que el propio Benjamín tampoco puede renunciar a su amor secreto por la jueza Irene (Soledad Villamil).
Tanto en la novela como en la película, el protagonista descubre al asesino al verlo entre cientos de fotografías porque se identifica con su mirada. La pasión es el secreto que el temor y el dolor tratan de ocultar, pero que la mirada se encarga de develar.
Por cierto que, la pasión por el futbol adquiere una profundidad existencial que será retomada por el autor en su novela más reciente Papeles en el viento (Alfaguara 2011). Pero la reflexión que propone El secreto de sus ojos trasciende el juego de las pasiones individuales para adquirir una dimensión ética y política. Se trata de un ejercicio de la memoria que trae a la mirada del espectador contemporáneo la corrupción de un sistema judicial capaz de exonerar y premiar al más vil de los criminales. Y frente a la terrible impotencia que un hecho como este genera, resulta éticamente imprescindible el no olvido. Espósito se empeña en recordar el pasado para darle sentido a su presente y ser capaz de imaginar un futuro en el que su pasión pueda ser, por fin, una realidad.
Eduardo Sacheri , invitado de la Cátedra Alfonso Reyes , tuvo en el mes de marzo del 2012 una diálogo con estudiantes dentro del congreso Vox Orbis: Memoeria y Literatura.
*Articulo publicado en la revista 19, marzo 2012